miércoles, 24 de octubre de 2012

LA CABAÑA



Desde su ventana cada día observaba a lo lejos, la cabaña. Una vieja casa destartalada que en cualquier momento daba la impresión que se desmoronaría, imposible no fijarse en ella, pues afeaba el paisaje.

Delfina vivía en una bella y prospera granja que su familia poseía, tenían muchos campos y animales y aunque el trabajo era duro, ella y sus hermanos colaboraban cuando no había escuela. El sol iluminaba cada rincón haciendo brotar la vida y calentando sus corazones, llenos de amor por lo que les rodeaba y dando gracias por ello.

Solo había un lugar al que tanto Delfina como sus hermanos tenían prohibido ir, y era a la vieja cabaña, la que cuando se cruzaba en su miraba, oscurecía su mente y día a día crecía mas y más el deseo de acercarse a ella y averiguar que era lo que allí había, pues no entendía porque se les prohibía ir hasta ella.
Ese verano, tras sus tareas en la granja y una merecida comida, subió a su habitación para acostarse un rato, hasta que el calor del mediodía amainase.
Al correr las cortinas y aun sin quererlo, fijo su mirada nuevamente en la cabaña. Su mente se oscureció y una voz interior le gritaba que ya era hora de averiguar lo que allí había.
Esta vez no pudo resistirse y salió sigilosamente de la casa por la puerta trasera, para descubrir el secreto que rodeaba ese lugar. La distancia que separaba la casa de la cabaña, era mucho mayor de lo que imaginaba, al final, nerviosa y curiosa llego frente a la casa, que era más grande de lo que ella pensaba

Unas escaleras con la madera podrida llevaban hasta la puerta principal, los cristales de las dos ventanas que se observaban estaban muy sucios con alguna rotura y tras ellos, unas cortinas totalmente raídas, un cuervo sobrevoló su cabeza y se poso en el tejado. Delfina se sobresalto, empezó a temblar y dudar sobre si entrar o volver a casa corriendo, pero su curiosidad tenía mucha fuerza y lentamente empezó a subir despacio… Peldaño a peldaño bajo el crujido peligroso de la madera seca “craaaack” temiendo que la madera se hundiera a sus pies, siguió subiendo hasta llegar frente a la puerta cerrada con un candado y cadenas llenas de oxido, sabía que muchas herramientas con el oxido se rompían, así que simplemente sacudió un poco la puerta, y la cadena con la vibración terminó en el suelo… tenia paso libre y empujo la puerta “ñieeeecccccc”, esta se abrió de par en par, se veían muchas telas de araña del polvo acumulado y una capa blanca sobre el suelo. Al fondo una gran chimenea con troncos apilados a su lado. Poco a poco fue entrando y sus ojos se adaptaron al cambio de luz, contemplo un espacio amplio con una cama en una esquina sobre la que había un montón de ropa vieja entre la que una ardilla dormitaba, pues el tejado estaba roto en ese espacio y las ramas de un viejo roble daban un toque artístico al lugar.

Una mesa, dos sillas y un arcón era el resto de mobiliario que quedaba en la casa. Abrió con curiosidad el arcón, en el que encontró un viejo libro con símbolos extraños un montón de velas de colores y envuelto en una tela aterciopelada una gran bola de cristal. Nada de lo que allí veía era alarmante como para que les prohibiesen acudir a la cabaña. Decidió que no diría a nadie que había estado en la casa y que esta seria su lugar secreto. No obstante, la curiosidad por el libro, le llevó a ojearlo y eso fue lo que le hizo perder la noción del tiempo.

Tan absorta estaba en el mismo, mirando imágenes que se movían y leyendo lo poco que entendía, el libro tenia vida propia, cuanto mas avanzaba entre sus páginas, mas maravillada estaba, lo que iba leyendo le resultaba familiar, nada le era extraño, era como si lo hubiera escrito ella misma o especialmente para ella.

De pronto percibió que le costaba ver las letras levanto la vista y se dio cuenta de que estaba anocheciendo. Se levanto rápidamente, guardo el libro en el arcón y saliendo de la casa teniendo el cuidado de encajar la puerta y simular la cadena como si estuviera puesta, corrió veloz hacia su casa.

Sus hermanos y sus padres la estaban buscando, y cuando la vieron, la regañaron, por no indicar que había salido y no avisar. Delfina les dijo que se había ido como tantas veces junto al rio por el camino y que se había sentado y quedado dormida, por eso llegaba tan tarde. Afortunadamente para ella, la creyeron, no tenían motivos para lo contrario.

Esa noche Delfina empezó a tener unos sueños muy especiales… donde ella estaba en otra época y partía en un viaje muy largo, viajando en barco, donde la miseria el hambre y las enfermedades estaban diezmando a los pasajeros y los tripulantes, el buque era azotado por grandes olas entre grandes tormentas y ella ayudaba a los enfermos en lo que podía, preparaba remedios con lo poco que conseguía en el barco, remedios, que conocía desde siempre, pues su abuela se los había enseñado. Al final, pese a ese tremendo viaje, lograron llegar a puerto, un nuevo mundo se abría ante ella……

¡Delfina, hija…!, despierta perezosa, tienes que ayudarme con las tareas….

Así pues, no sabiendo muy bien donde se hallaba tras un sueño tan real, se froto los ojos, se desperezó, y con un somnoliento…. Ya voy mamá… se levantó, bajo a desayunar y salió con su madre para dar de comer a los animales....

Sabes mama, he tenido un sueño muy extraño esta noche, iba en un barco y había muchas olas…….

- No te entretengas Delfina que vamos atrasadas… ya me lo contaras otro rato.

Así, viendo que su madre no le prestaba atención, decidió que no se lo contaría, enfurruñada continuó con sus tareas hasta que llego el momento de la comida y de un descanso.

Delfina se acostó, cansada y sudorosa, hacía un calor tremendo, ese Julio, las temperaturas estaban mas altas de lo normal, por televisión, solo decían que estaban batiendo records y que tuvieran cuidado con los golpes de calor, que bebieran mucha agua.

-¡Uf! Si lloviera un poco, refrescaría, pensó y nuevamente quedo dormida.

Los sueños volvieron… nuevamente volvía a ser esa jovencita, ahora estaba en un pueblo junto con muchas personas que se preparaban para un nuevo viaje, la gente cargaba víveres en carretas, en mulas, caballos… ella compro un pasaje en una carreta para viajar hacía el norte, las distancias eran largas y agotadoras, pero sabia que allí donde iba, tenia familia que la esperaba, su tío y sus primas…

Nuevamente despertó cansada y bajo a la cocina, como siempre su madre estaba en ella trabajando, nunca la veía tomarse un rato libre, esa tarde estaba cocinando y preparando conservas. Era una madre genial

- Hija, no te vayas lejos, no quiero que pase como el otro día, que luego me preocupas, quédate por aquí con tus hermanos.

Delfina tenia planes quería ir a la cabaña, pero la advertencia de su madre, puso fin a los mismos, si se iba, igual la controlaban y verían hacia donde iba. Así pues buscó a sus hermanos y pasaron el resto de la tarde juntos.

Esa noche desde su ventana podía observar a lo lejos difuminada la cabaña iluminada por una luna llena que brillaba con fuerza. Se acostó, pero no podía conciliar el sueño, su cabeza daba vueltas sobre los sueños que había tenido y que recordaba como si los hubiera vivido realmente.

Al final el cuerpo pudo más que sus pensamientos y se durmió, pero volvió a soñar… con Maríac, pues al final supo su nombre a través del sueño… El viaje duró cerca de 15 días, en los que se pasaban gran parte del día andando o en carreta, y por la noche paraban a dormir bajo las estrellas, tuvieron suerte que el tiempo en primavera no resulto lluvioso, y así llego el día en que arribaron a su destino, la aldea de Salem (Massachusetts).

Su tío y sus primas estaban esperando su llegada y la vida de Mariac, volvió a ser tranquila bajo un techo con su familia. Su tío paterno hacía muchos años que había viajado al nuevo mundo y creo una pequeña granja con vacas, y distribuía su leche por la comarca, y la llegada de su sobrina le fue de maravilla, ya que otras manos no sobraban.

Mariac, poco a poco fue conocida en el pueblo y en la zona, y también por sus conocimientos como curandera, pues empezó atendiendo a sus primas y a los animales que tenia en la granja saliendo muy airosa de todo ello, hasta el punto que la llamaban de muchas casas o la iban a visitar para que remediara sus males……

Delfina, despertó ese amanecer sabiendo que la cabaña tenia relación con sus sueños, pues ellos residían próximos a la actual ciudad de Salem, estaba segura que Mariac había vivido en esa cabaña. Debía volver a la casa, y revisarla bien, seguro que encontraría algo relacionado con ella.

Así pues, se levantó procurando no alertar a nadie en la casa, segura que su padre ya estaría levantado, debía ser sigilosa para que no notaran de que salía a esas horas o la acribillarían a preguntas. El alba iluminaba el camino, aunque al poco ya empezó a salir el sol que dejo a sus espaldas, encaminándose lo mas aprisa posible hacia su destino. Sabia que era muy importante lo que necesitaba saber y estaba segura que el libro la ayudaría, seguro que en él se hallaba la clave para saber si Mariac vivió allí.

En cuanto estuvo en la cabaña, abrió el cofre y saco el libro, así como la bola de cristal y revolvió el resto de objetos como las velas y pequeños frascos de cristal con algunas hierbas, algunos estaban rotos y otros frascos se notaba que su contenido se había deteriorado por el tiempo.

Así mismo revolvió el resto de la cabaña sin encontrar nada mas, ya desistía cuando tropezó justo al lado de la chimenea con una de las maderas del suelo, noto que estaba suelta y la levantó por curiosidad, y así vió, como debajo había alguna cosa guardada. Levanto el resto de tablas, aunque estas le costaron mas, por o que utilizo una rama rota del roble para hacer palanca.
Bajo el suelo había muchos mas frascos y utensilios como de cocina e instrumentos que no tenia ni idea para que eran, también encontró un hatillo que envolvía papeles y un pequeño libro.

Recogió el hatillo y se puso a leer rápidamente, entre los papeles había documentos antiguos, entre ellos uno que parecía una partida de nacimiento en que figuraba el nombre de Mariac Miller, al leer el apellido quedo muy sorprendida, pues su familia se apellidaba igual, y estaban establecidos en la zona desde hacia muchas generaciones. Sabia que sus orígenes eran Holandeses siempre se lo habían dicho, pero también había muchas mas familias holandesas en Salem.

Pudiera ser que no tuvieran ninguna relación su familia con Mariac, quizá hubieran mas personas con el mismo apellido. Descubrió asimismo, un acta matrimonial y mas partidas de nacimiento, pero algunos nombres estaban borrosos y deteriorados, las hojas habían sufrido el paso del tiempo y en algunos trozos eran casi imposibles de leer.

Posteriormente y un poco nerviosa abrió el pequeño libro y vio gustosa que era un pequeño diario personal, estaba escrito en una lengua que le era familiar, pues desde pequeña en casa se la habían enseñado a hablar y leer aunque actualmente apenas se hablaba, era el Frisón, lengua Holandesa que sus antepasados hablaban… estaban orgullosos de sus orígenes y por ello se fue transmitiendo el conocimiento de la lengua de padres a hijos.

El diario no hizo más que confirmar lo que ya había visto en sus sueños, pero también le siguió explicando la historia de una vida…. Como era ya tarde y antes de que la echaran en falta, recogió todo y solo se llevo el libro a casa, lo escondería en su habitación y leería mas tarde.

Llegó justo para el desayuno y nadie se había dado cuenta de su ausencia. Subió a su habitación con cualquier excusa, escondió el libro, desayuno y se puso hacer sus tareas como cada día.

Aprovechando el descanso tras la comida, se puso a leer con ganas lo que el libro le contaba… Mariac, paso unos años muy feliz en Salem, e incluso se enamoró de Julius uno de los jóvenes que trabajaban en la granja, y pese a que su tío no estaba de acuerdo, se casaron y fue entonces cuando empezaron los problemas, pues Julius solo pretendía sacar partido de ella por ser sobrina del amo de la granja en que trabajaba, y el amor se convirtió al poco tiempo en un infierno para ella, ya que viendo que no sacaba partido de su boda con ella, Julius la abandono estando embarazada de su primer hijo, pero Mariac era una luchadora nata, y siguió adelante, pese a que su tío le reprochara que ya sabia que pasaría algo así.

Paso el tiempo y en la aldea empezaron a surgir problemas con acusaciones de brujería entre algunos vecinos ante lo cual la iglesia luterana tomo cartas en el asunto. Su nombre fue uno de los mencionados en el juicio y tuvo que declarar. Salió airosa de ello, pero a partir de ese momento ya quedo marcada y marginada para siempre, su tío ante la posibilidad de que perjudicara su negocio, la echo de la granja y fue entonces cuando con su hijo vino a vivir a la cabaña.

Sobrevivió como pudo, totalmente aislada cazando animales con trampas y también con sus conocimientos, pues pese a todo siempre hubo quien iba a visitarla a escondidas, para que les preparara pociones curativas o incluso quien desesperados la llamaban para que acudiera a atenderles. Así pasaron los años, su hijo Gregor creció y al final marcho de la casa a vivir a la aldea, quedando sola y viviendo siempre con el estigma de ser la bruja, hasta su muerte.

Así pues, ese era el secreto de la casa, por lo que todos la temían, por ser la casa de la bruja. No obstante Delfina estaba segura que Mariac era una antepasada suya y empezó a preguntar a sus padres por sus orígenes y el nombre de sus tatarabuelos y de toda la familia, la madre y el padre contestaban pacientemente, pero al final se cansaron pues no lo recordaban todo y le facilitaron el libro y los documentos que se conservaban de la familia, y allí entre esos papeles, encontró lo que buscaba, ellos eran descendientes de Mariac y por ello se sentía tan especialmente ligada a ella.

Sus visitas a la cabaña no cesaron, así como su afán en aprender todo lo que el libro con su sabiduría le pudiera ofrecer. Cierto día estando enfrascada en él, noto que la bola de cristal brillaba, pensó que era un reflejo, la movió, pero su brillo iba en aumento, fijo su mirada en ella y vio claramente la imagen de una mujer que le sonreía, Delfina perdió la noción del tiempo y su mente viajó a otra época, de pronto se encontró frente a frente con Mariac, quien la abrazo y le indico que ella era su sucesora, que tenia todo su conocimiento, solo debía quererlo para poder usarlo. Que hacía mucho tiempo que la estaba esperando pues sabia que llegaría el momento en que se reivindicaría su nombre y dejaría de estar marcada, ella, era quien debía conseguirlo, había nacido para ello.

De pronto volvía a estar en la cabaña, y entonces entendió cual era su cometido, bajo hasta su casa y aún sabiendo que seria difícil de justificar el que hubiera acudido a un lugar prohibido, también sabia que debía hacer comprender a sus padres, que junto a ella, era preciso hacer saber la historia de Mariac, que la familia respetase su nombre y su buen hacer en la vida, pese a los reveses que sufrió y también ante el resto del pueblo y en los libros de historia de la ciudad.

Paso un tiempo, antes de que pudiera cumplir todos sus propósitos, pero su familia la escucho y ayudó, logrando que la historia se reescribiera a favor de Mariac.

Delfina siguió aprendiendo y estudiando, hoy en día es doctora en la ciudad de Boston.

F I N
Autora:

Àngels Martínez
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Brillantes estrellas



Brillantes estrellas,
se entrecruzan,
en laberinticos caminos
que la vida nos obliga a recorrer.

Las vemos, pero no miramos.
Las sentimos, pero las ignoramos.
Vivimos inmersos en nuestra propia luz.
Tanto, que…
 Incluso a esas estrellas tan cercanas
que forman parte de nuestro día a día,
ni siquiera les notamos si brillan a medio gas.

Se apagan tantas estrellas a diario…
Estrellas que se ocultan
porque tienen miedo a no brillan como debieran.
Otras, simplemente apenas dan luz,
pues no tienen  esperanza
y en la penumbra se refugian

Más otras  ya poco brillaran…
De un momento a otro se apagaran para siempre.
Pero su luz seguirá entrecruzándose en los caminos
Iluminando aun por tiempo indefinido.

Son estrellas muy vivas,
Y  aun que apagadas,
su brillo ha ayudado a infinidad de astros a
seguir el camino correcto,
y a vivir entregados y con ilusión ese día a día.


Esas estrellas vivirán para siempre…
En cada uno de los brillantes astros.
Pues  han sembrado el mundo de luz.

Àngels Martínez
Octubre 2012

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