viernes, 22 de mayo de 2009

LA FONT DE LES HEURES (La fuente de las Hiedras)

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La font de les Heures



El calor era sofocante y tras la comida Berta hacia la siesta como todos los de casa, pues hacia demasiado sol para estar en la calle. A esa hora ni las lagartijas salían.



Se levanto con ganas, había quedado con su amiga Montse para jugar, tenían planeado ir al bosque como tantas veces para coger unas piñas.



El verano era para ella la mejor época del año. Una vez terminada la escuela, ya no solo subían a la casita del pueblo, los fines de semana sino que se pasaban mas de dos meses allí. Su padre iba a trabajar, subía y bajaba casi cada día de la ciudad, ella y su madre no se movían de allí. Por la noche era muy agradable la temperatura y en el jardín se podía uno recrear todo lo que le placía.



Desde que ella tenía 5 años que alquilaron la casita, están subiendo cada verano, ahora ya tiene 8 y Berta recuerda aún la primera casa que alquilaron, era un caserón enorme con unos jardines en bancales que subían desde la carretera, y en medio un montón de escaleras que ascendían a la gran casa. Surgió la oportunidad gracias a un familiar y se lo dejaron barato para pasar las vacaciones.



El médico les recomendó a sus padres un cambio de aires para ella, pues no comía nada bien y estaba demasiado delgada, y les dijo que lo mejor era la montaña.  Por eso sus padres se habían decidido por este pueblo, Sant Fost, ya que un primo residía allí.



Ahora ya no estaban en el caserón, sino en una casita pequeña pero con jardín delante y una enorme terraza detrás, junto a ella reposaba majestuosa una enorme higuera, dando en agosto y septiembre un exquisito manjar, además de un montón de abejas empeñadas en tomar tan delicioso néctar.



Berta recogió a su amiga en su casa y las dos partieron juntas, riendo y charlando animadamente hacia el camino que les conducía a su destino, el bosque.



Como tantas tardes, una vez en el, buscaron piñas para llevarlas a casa y luego pacientemente golpearlas con una piedra para abrirlas hasta que soltasen su preciado tesoro, los piñones. No siempre lograban abrirlas, y muchas ya se habían abierto y estaban allí tendidas bajo los árboles, pocos piñones les quedaban. Y es que no eran ellas solas las que buscaban el delicioso manjar.



Entre piña y piña, su mundo de fantasía danzaba por el bosque, eran princesas y sus caballeros las venían a rescatar de las fauces del dragón.



Habían hecho una especie de cabaña con ramas y troncos junto a una roca que servia de soporte. Esa tarde se cansaron pronto de su aventura en el bosque y decidieron ir a explorar, como ellas lo llamaban. Marcharon prontas al otro lado del pueblo, donde en una de sus calles la del Lirio, tras una casa partía un sendero que llevaba a través de los campos hacia un destino desconocido.



Iban despacio por los pequeños caminos que rodeaban los huertos, y junto a ellos los canales de riego con sus porticotes de madera, para desviar el agua al campo que lo precisara, a lo lejos estaba un payes trabajando su campo. Levanto su cabeza y las vio, les empezó a gritar que se fueran de allí, que le iban a pisar la siembra, que ya estaba cansado de todos pasasen por allí. Berta y Montse, echaron a correr asustadas, pensando que las atraparía.



No era la primera vez que pasaban por allí, pero hoy con el susto que les dio el payes, cambiaron su rumbo y terminaron al final de un camino que no conocían. No temían nada, era toda una aventura y la bronca les dio motivo de mayor excitación y misterio. Era una tarde diferente.



Junto a ese camino discurría una pequeña riera, con grandes piedras que hacían que el agua serpenteara entre ellas. Siguieron el curso aguas arriba y corrían y brincaban como solo los niños saben hacer con la agilidad de una gacela. Su sorpresa fue enorme cuando un poco mas adelante, encontraron un paso para cruzar al otro lado de la riera y justo allí en una pared de piedra cubierta de hiedras, había un caño del que brotaba una fresca agua cristalina. Bebieron de ella estaban sedientas, junto a la fuente había unas grandes piedras gastadas por los años ya que se utilizaban de banco, de eso estaban seguras, pues se notaba que iba gente por allí.



El entorno era mágico, altos árboles, robles, cedros, grandes matas de moras rojas y negras estaban a un lado de la fuente y las flores silvestres brotaban por todas partes. Se sentaron en las piedras, estaban cansadas y el rumor del agua las acompañaba junto a una suave brisa que mitigaba el calor.



De pronto oyeron un ruido y las dos vieron como tras la fuente en la pared las yedras se apartaban como si una mano invisible las sostuviera, salía una fuerte luz de aquel rincón y de pronto las vieron. Ante ellas había una figura esbelta con unas pequeñas y delicadas alas, era bella, no vieron vestido alguno pues la luz azulada que la envolvía no dejaba distinguirlo, junto a ella diminutas figuras volando, que brillaban cual luciérnagas, pero no, no lo eran ellas habían visto muchas y eso no era un insecto.



Ella les miro con sus enormes ojos llenos de ternura y les sonrío. Berta y Montse no tenían miedo, estaban fascinadas y muy confusas. Las diminutas figuras se acercaron a ellas y empezaron a revolotear a su alrededor, las miraban y la curiosidad era mutua.



De pronto la señora se acercó a ellas las beso en la frente y poso su dedo sobre su boca como queriendo indicar a las niñas que debían callar. Ellas comprendieron entonces que estaban ante unas maravillosas hadas y que nada debían temer.



Despertaron tumbadas en los bancos, se habían quedado dormidas y estaba oscureciendo, había que volver a casa. Las dos se miraron una a la otra y dirigieron su mirada hacia esa pared cubierta de Hiedras, junto a la fuente.



Las dos sabían que no lo habían soñado, no recordaban todo con exactitud, pero se sentían muy felices y sabían que no debían contar nada. Jamás revelaron su mágico secreto.



Volvieron otras tardes a la Font de les Heures, pero no volvieron a ver a las hadas nunca más. Incluso al hacerse mayor empezó Berta a dudar de si fue real, lo soñaron o se lo inventaron y en sus juegos llegaron a creer esa fantasía.



Pero han pasado muchos años y Berta ahora, aún cree en las hadas y sabe que están aquí con nosotros, aunque no todo el mundo puede verlas, solo unos privilegiados y ella lo fue y aún siente que la protegen.



Y de vez en cuando se acerca paseando a la fuente.


Abril 2009

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martes, 19 de mayo de 2009

AMIGA TRISTEZA


AMIGA TRISTEZA

Amiga Tristeza
tu que me abrazas
con pétalos de rosa.
Que me acunas con la brisa
meciéndome en el aire.

Me visitas en la noche.
me susurras y me llamas
y mi alma languidece

Me traes como ofrenda
la melancolía de tiempos pasados.
Provocando lágrimas
que asoman a mi ventana.
Haciéndome dudar.

Amanece,
y como la noche desapareces.
Se abren los pétalos de la rosa
saludando el nuevo día.
Esbozo una triste sonrisa
y me despido…¡Adiós amiga!

Mayo 2009

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sábado, 16 de mayo de 2009

sábado, 9 de mayo de 2009

SENTIMIENTO


SENTIMIENTO

Hoy quiero escribir
y no puedo.
Siento que me falta
un sentimiento.
Se quedo allí prendido,
en esa silla vacía.

Enojada murmuras
y al final partes.
Te alejas,
no escuchas.
No lo entiendes.

No es tu culpa.
Ni la mía.
Es la vida

Pero mi culpa
sigue ahí
en esa silla aparcada.
No quiero ir a buscarla
Pues pesa demasiado.

Geli - Mayo 2009





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miércoles, 6 de mayo de 2009

Señora de la Luna Blanca



SEÑORA DE LA LUNA BLANCA


Señora de la Luna Blanca
Creadora de ilusiones
Narradora de mil hazañas

Sientes la vida
hasta limites inimaginables.
No quieres marchar,
vivir es tu meta.

Te acicalas día tras día,
para presentarnos
tu mejor cara.

No quieres aparentar
tus edades.
Juegas con ellas,
las ocultas, nos engañas

Señora de la Luna Blanca
Que en la noche oscura
lagrimas derramas.
porque la vida te arrebatan

Y te mientes e ilusionas,
creyendo tus propias hazañas


Geli - Mayo 2009.




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